{"id":526,"date":"2019-01-10T17:42:57","date_gmt":"2019-01-10T17:42:57","guid":{"rendered":"http:\/\/latribunanj.com\/?p=526"},"modified":"2019-01-10T22:56:18","modified_gmt":"2019-01-10T22:56:18","slug":"el-dia-que-me-cargo-chavez","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/latribunanj.com\/el-dia-que-me-cargo-chavez\/","title":{"rendered":"El d\u00eda que me carg\u00f3 Chavez"},"content":{"rendered":"
TEXTO: ANA CRISTINA FR\u00cdAS
\nCOMPOSICI\u00d3N GR\u00c1FICA: DANIEL HERN\u00c1NDEZ
\n@DANIELIMAGENGRAFICA UB @Ub_Magazine<\/h5>\n

La verdad es que apenas recuerdo peque\u00f1os fragmentos: los guantes inmaculados del Guardia de Honor que me levant\u00f3 del piso, el rostro de Ch\u00e1vez empapado en sudor, la textura r\u00fastica de su traje y la sonrisa de Marisabel, impecable, como si no estuviera bajo aquel sol que le chorreaba el maquillaje con indecencia.<\/p>\n

Recuerdo que esa camisita verde era de mis favoritas y que el Presidente me hab\u00eda preguntado mi nombre. Nada m\u00e1s. El episodio es un collage de versiones que fui escuchando en determinadas etapas de mi vida y que no que volv\u00ed a mencionar. Quiz\u00e1s porque estaba ocupada -como todos- tratando de sobrevivir al Socialismo del Siglo XXI.
\nHasta que en una de esas conversaciones inc\u00f3modas de oficina, motivadas en parte a que ahora soy un n\u00famero m\u00e1s de la di\u00e1spora venezolana, el cuento volvi\u00f3 a surgir, y con \u00e9l, mi curiosidad. YouTube es una fuente inagotable de sorpresas en donde tambi\u00e9n se encuentra el casi minuto que pas\u00e9 robando c\u00e1mara el 2 de febrero de 1999 cuando Ch\u00e1vez me carg\u00f3 el d\u00eda de su toma de posesi\u00f3n.<\/p>\n

[youtube height=\u00bb550″ width=\u00bb730″]Video<\/a>[\/youtube]<\/p>\n

 <\/p>\n

La tarde de ese 2 de febrero el oeste de la ciudad de Caracas herv\u00eda de gente. El pa\u00eds se hab\u00eda paralizado y las miradas estaban puestas en la esquina de Conde y Padre Sierra, donde se encontraba el Congreso de la Naci\u00f3n. All\u00ed un envejecido Rafael Caldera se preparaba para \u201centregarle\u201d la banda al reci\u00e9n electo Presidente de la Rep\u00fablica Hugo Rafael Ch\u00e1vez Fr\u00edas.<\/p>\n

Una mara\u00f1a de c\u00e1maras registraban desde muy cerca cuando \u00e9l y la primera dama iniciaron la caminata desde el Congreso hasta el Palacio de Miraflores. Centenares de personas lo acompa\u00f1aban porque en esa \u00e9poca Ch\u00e1vez desataba pasiones, como ahora, aunque las razones ya no sean las mismas. Yo ten\u00eda seis a\u00f1os pero me daba cuenta de esas cosas. Mi mam\u00e1 y mi pap\u00e1 hab\u00edan salido muy temprano a trabajar y nos dejaron a mi hermana y a m\u00ed al cuidado de nuestras vecinas que viv\u00edan en el PH del edificio.<\/p>\n

Viv\u00edamos muy cerca del Palacio de Miraflores, a una cuadra apenas, en la esquina de Para\u00edso. El paso de la marcha era lento y pesado. Mis vecinas llevaban horas entretenidas en el balc\u00f3n siguiendo la mancha de puntos rojos que recorr\u00eda la Urdaneta. Desde el PH las do\u00f1as ten\u00edan una vista panor\u00e1mica y m\u00e1s completa de lo que ofrec\u00edan las c\u00e1maras de televisi\u00f3n. Siguieron con emoci\u00f3n todo el recorrido porque \u2013aunque ahora lo nieguen y hayan quitado de la nevera el afiche que ten\u00edan de Ch\u00e1vez en pose militar con boina roja y traje verde- en esa \u00e9poca ellas, como casi todos, eran chavistas.<\/p>\n

\u201cAll\u00e1 va el Presidente\u201d gritaban emocionadas y en un arrebato, mientras pegaban saltitos de j\u00fabilo y se abrazaban, pensaron que estando tan cerca lo mejor era bajar, mirarlo de frente, darle la mano y felicitar al nuevo vecino por el triunfo. Por supuesto, nadie pens\u00f3 en nosotras. La verdad no s\u00e9. Solo recuerdo que me dijeron que \u00edbamos a comer helados. Raro, porque ese d\u00eda no escuch\u00e9 las campanitas del carrito.<\/p>\n

Una vez abajo y fuera del edificio, cuando se encontraron de frente con la masa, el plan tom\u00f3 proporciones reales. Ya no eran puntitos rojos lo que ve\u00edan sino personas apretujadas en la acera y en el medio de la calle. Todas haciendo una olla gigante alrededor de Ch\u00e1vez y Marisabel. A lo lejos se ve\u00edan pancartas con el rostro de Bol\u00edvar y ni\u00f1os, ancianas, mujeres y hombres que entre empujones, intentaban abrirse paso hacia \u00e9l. Sin saber muy bien c\u00f3mo la masa las fue llevando hasta el cord\u00f3n de seguridad que la Guardia de Honor intentaba mantener para proteger a la pareja. Pero algo pas\u00f3, el gent\u00edo sofoc\u00f3 a mis \u201cni\u00f1eras\u201d y terminaron aplastadas, de rodillas contra el pavimento, dej\u00e1ndome sola en aquella galaxia de fan\u00e1ticos.<\/p>\n

Existe una teor\u00eda no oficial que asegura que ese d\u00eda la Guardia de Honor ten\u00eda la misi\u00f3n de llevarle a Ch\u00e1vez a todos los ni\u00f1itos cuchis que se encontraran en el camino. Quiz\u00e1s fue eso o que qued\u00e9 sola en medio del bulul\u00fa pero, inesperadamente, los guantes de uno de sus custodios se acercaron hasta a m\u00ed, me sacaron de aquella olla infernal de gente y me llevaron hasta los brazos del comandante que no paraba de sudar.<\/p>\n

La banda presidencial y las medallas me puyaban las piernas, su cuerpo se sofocaba embutido en esa chaqueta azul. Marisabel permanec\u00eda a su lado, regia, con una sombra oscura de rimel que le chorreaba al borde de los ojos. Del caracol de cabello -hecho a punta de laca y ganchitos- lograron zafarse varias hebras que se fueron amu\u00f1u\u00f1ando con el sudor alrededor del cuello y de la frente. Su sonrisa era amable, simpatiqu\u00edsima; aunque nunca me dijo nada.
\n-\u00bfC\u00f3mo te llamas?<\/p>\n

Pregunt\u00f3 Ch\u00e1vez con ese tonito que luego se har\u00eda famoso y har\u00eda enloquecer \u2013para bien y para mal \u2013 a todo el pa\u00eds. Ana Cristina, le dije, tratando de ubicar alg\u00fan rostro familiar y omitiendo por completo mi apellido que tambi\u00e9n es Fr\u00edas aunque el m\u00edo es de Barlovento y el de \u00e9l de Barinas. No somos parientes, mi pap\u00e1 me lo asegur\u00f3. Si hubiese sido as\u00ed, probablemente ahora ser\u00eda ministra de alguna vaina. Pero ten\u00eda seis a\u00f1os, qu\u00e9 iba a saber yo.<\/p>\n

\u00bfY d\u00f3nde est\u00e1n tus pap\u00e1s? -dijo- \u00bfQu\u00e9 haces t\u00fa aqu\u00ed solita, muchacha? No s\u00e9, respond\u00ed, mientras me pasaba las manos por el pelo, intentando ponerle algo de orden al gre\u00f1ero: despeinado y revuelto desde 1993. Porque si hay algo que nunca hice y jam\u00e1s voy a hacer es pei-narme. Ni siquiera frente al Presidente de la Rep\u00fablica.<\/p>\n

La gente gritaba, el calor era desesperante, las c\u00e1maras de televisi\u00f3n ahora estaban enfocadas en ese puntito verde con gre\u00f1as que sobresal\u00eda del palt\u00f3 de Ch\u00e1vez. \u00bfY en d\u00f3nde vives t\u00fa, Ana Cristina? me pregunt\u00f3, intentando ubicar entre la multitud a alguna mam\u00e1 desesperada que estuviera busc\u00e1ndome. Nada. Las viejas del edificio estaban qui\u00e9n sabe d\u00f3nde.
\nYo no paraba de hablar. Le ca\u00ed a labia al Presidente m\u00e1s labiero del mundo. Le dije que viv\u00eda all\u00e1, en aquel edificio marr\u00f3n al final de la calle. No con estas palabras exactas pero s\u00ed le ped\u00ed que me llevara a mi casa. Todo esto sin dejar de tocarme el gre\u00f1ero, que ya para entonces parec\u00eda imposible de domar. Cosas que no cambian nunca, qu\u00e9 le vamos a hacer. Pero \u00bfy tus pap\u00e1s d\u00f3nde est\u00e1n? insist\u00eda Ch\u00e1vez. Silencio. Ll\u00e9vame all\u00e1, y con el dedo le se\u00f1al\u00e9 el punto exacto de mi edificio: Residencias 2007. Quer\u00eda que Ch\u00e1vez desviara su marcha y me llevara en brazos hasta la puerta: eso era lo que esperaba del Presidente de la Rep\u00fablica a mis seis a\u00f1os. Pero no pas\u00f3 y all\u00ed probablemente, sin saberlo, se dio el primer desencuentro con el l\u00edder de la Revoluci\u00f3n. Est\u00e1bamos destinados a no ser.<\/p>\n

La marcha se detuvo y Ch\u00e1vez ya no hallaba qu\u00e9 hacer conmigo. Ah\u00ed empez\u00f3 el tejemaneje. El Guardia de Honor reapareci\u00f3 e intent\u00f3 cargarme pero \u00e9l no me soltaba, primero quer\u00eda precisar para d\u00f3nde me iban a llevar. Y de pronto -por unos instantes- me qued\u00e9 flotando sobre una alfombra de manos sudorosas que me aclamaban -como una estrella de rock- hasta que finalmente la vecina logr\u00f3 levantarse del asfalto y con las rodillas chorreadas de sangre dijo: \u00a1Esa ni\u00f1a es m\u00eda!<\/p>\n

Mientras tanto, al otro lado de la ciudad el celular de Jos\u00e9 Rafael -mi pap\u00e1 – no paraba de sonar. Todos los primos de la regi\u00f3n de Barlovento -de Curiepe y Tacarigua- lo llamaban para felicitarlo: \u201cCoye, Rafita no sab\u00edamos estabas con la revoluci\u00f3n. Ah\u00ed vimos a Tinina en el Canal 2\u201d.<\/p>\n

As\u00ed me dec\u00edan, Tinina, no tengo idea por qu\u00e9.<\/p>\n

Y mi pap\u00e1 tampoco ten\u00eda idea de qu\u00e9 carrizo estaba pasando. Cuando lleg\u00f3 a la casa las vecinas lo recibieron emocionad\u00edsimas. \u00a1Ven para que veas a tu hija! dijeron en coro. El hombre comenz\u00f3 a sudar. Cuando prendi\u00f3 el televisor y me vio en el noticiero de las nueve casi le dio un infarto. Se puso como una fiera. \u201c\u00a1Estas viejas del carajo!\u201d grit\u00f3 mi pap\u00e1. \u201cCuerda de viejas ociosas, faltas de marido\u201d, dijo con la mirada enardecida. Las vecinas corrieron despavoridas por la sala, mi pap\u00e1 nos tom\u00f3 de las manos a mi hermana y a m\u00ed y sali\u00f3 del apartamento dando un portazo. No volvimos a pisar el PH en un buen rato.<\/p>\n

Incluso ahora, despu\u00e9s de todo este tiempo, vuelve a montar en c\u00f3lera cuando recuerda el episodio, porque hay dos cosas en la vida de las cuales se jacta a sus casi sesenta a\u00f1os: la primera es que no usa bluejean y la segunda es que \u00e9l que nunca vot\u00f3 por Ch\u00e1vez. Jam\u00e1s.<\/p>\n

La tensi\u00f3n fue en aumento. Si por casualidad coincid\u00edan en el ascensor o en la puerta del edificio el silencio se hac\u00eda patente. Las vecinas bajaban la mirada, esquivando los ojos llenos de ira de mi padre. El desencuentro dur\u00f3 semanas hasta que, de a poco, se reestablecieron los canales de di\u00e1logo y con \u00e9l, las tertulias de los domingos. Eso s\u00ed, m\u00e1s nunca nos volvieron a cuidar. Fue la primera ruptura que Ch\u00e1vez gener\u00f3 dentro de mi din\u00e1mica familiar.<\/p>\n

Con el tiempo, las historias y la vida en s\u00ed misma a partir de Ch\u00e1vez cambi\u00f3 tanto y se hizo tan inveros\u00edmil que mi an\u00e9cdota carec\u00eda de chispa. Era nada comparado al vertiginoso ritmo de la decadencia, la inflaci\u00f3n, la marginalidad, la inseguridad, la escasez, las protestas, el control cambiario\u2026 La lista es larga. Tan larga que abri\u00f3 una brecha a\u00fan m\u00e1s profunda que la que gener\u00f3 Ch\u00e1vez en el 99 cuando no me llev\u00f3 a casa.<\/p>\n

F\u00edjense, ahora que lo pienso, Ch\u00e1vez hizo exactamente todo lo contrario: me fue sacando progresivamente de mi casa, de mi pa\u00eds. A m\u00ed y a todos: amigos, familia, a la gente con la que trabaj\u00e9. Hasta a las vecinas del PH.<\/p>\n

Un par de cosas a\u00fan se mantienen igual: s\u00e9 a d\u00f3nde se\u00f1alar cuando pienso en casa y sigo sin peinar la mara\u00f1a de gre\u00f1as.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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